El gato acaba de trepar a la rama del árbol. Él es de tamaño mediano y bastante peludo. La cara, llena de pelos blancos, da el marco a un par de enormes ojos verde-aguamarina. Los bigotes dejan ver el hocico pequeño, negro, manchado con el blanco del resto de la cara.
Hacia las orejas, empieza el color gris, que se asienta como una boina en todo el contorno del rostro del animal. Hacia el lomo, las patas traseras y la cola, se extiende el gris, matizado con blanco y entramado con otras tonalidades claroscuras.
La rama del árbol se ve antigua, acostumbrada probablemente a las visitas de este amigo ocasional, que a lo mejor, en más de una oportunidad se convierte en otro tipo de gato, de otro color y raza. Así es la convivencia entre las ramas de los árboles y estos animales: se acomoda en ellas el que puede llegar y ellas soportan el peso, la picardía y a veces la indiferencia, con gusto.
Nuestro gato no está allí por casualidad. Hay dos opciones: a) tiene la firme intención de cazar un pajarito, o b) está huyendo del perro. En el primer caso, él lleva desde luego las de ganar. Y en el segundo, aunque es casi del tamaño del can, se lo nota temeroso y con deseos de huir. Probablemente porque el perrito es un cachorro con ganas de morder todo cuanto tenga cerca.
El cuadro del gato en la rama, se completa con un verde conjunto de hojas y algunas buganvillas. Las hojas dan la sombra necesaria que permite al felino observar el lugar donde yo me encuentro y concentrarse en el lente de mi cámara.
5 comments:
Una descripción casi extraterreste. Genial, muy buen ángulo de mentalidad. Saludos.
jeje genial! le voy a avisar al vicente... para cuando fotitos? un gran saludo!
Verde: Vieras al gato. Es mágico!
Mar, leele al Vicente. Pasame tu mail y te mando fotos, hay varias. Beso.
MARJULIOarrobaGMAIL.COM las espero!
Capísima fotógrafa.
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