Tus manos me entregan tus soledades
tu miedo a no dormir
la urgencia de la pastilla antes de las diez.
¿Cuántos viajes hasta aquí?
El tiempo no se va a detener
aunque gritemos este horror
de habernos encontrado
con las puertas cerradas.
Me diluyes la piel
y no encuentro dónde asirme
para no desaparecer
para que no queden mis huesos
vacíos
solos
en el lecho prestado.
¿Qué queda después
de haber velado tu sueño
y haber encontrado tus ojos
entre sábanas y silencios
entre palabras y espinas?
Absurdo deshacer cualquier madeja y
ponerme a tejer tu mortaja
Ulises sin rumbo fijo.
3 comments:
me gustó la imagen en la que quedan los huesos y nada más
Genial.
Qué queda..qué queda....
Oso... A veces no me doy cuenta de las imágenes. Esta es fuerte. Un abrazo.
Marco: Queda el tiempo. Y las ganas, intactas!
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