2006/09/22

Potosi 2006


Fotógrafo: Rafa Carri

Potosí con sus calles estrechas y el olor a nostalgia. El aire es de otro siglo, las calles son de otro siglo. Cada cuadra que camino me lleva a otro tiempo y parece que la gente acá tiene la herencia de sus ancestros. Se vive esa época de esplendor en sus corazones, como una añoranza, como lo que fue y no va a volver a ser. La necesidad de crecer y desarrollarse y cargar a cuestas la maldición de la colonia y de la minería que se lleva las vidas hace siglos, de niños, adultos, ancianos, jóvenes; hombres y mujeres.

Desde este Café, en la esquina de la Plaza 10 de Noviembre, la única en bajada, revivo muchos recuerdos de otro momento, otras páginas de mi historia y en otro tiempo, que ha guardado fotos en full color, y algunas en sepia. Dos años que han pasado como si nada, y hoy, regreso acá, a tomar chocolate caliente y a añorar un poco el primer viaje, cuando me sentí ser parte de este suelo.

Pago la cuenta y salgo con ganas de encontrar otro sitio para vivenciar la ciudad, para sentir otras nostalgias que seguro se despertarán en cuanto me siente en otra silla.

Llego a la puerta de la Iglesia La Merced y subo hasta el techo de un Café Mirador. Distingo las construcciones de la ciudad, las tejas antiguas, las otras iglesias y desde este campanario, puedo ver el Cerro Rico, desde un ángulo que me permite distinguir su majestuosidad.

Me acompañan dos campanas. Una es enorme, bella, imponente. Regordeta y tallada se sujeta de un par de vigas antiguas con cueros de vaca, seguramente igual de antiguos. Se me parece a una madre. Y al lado, la otra campana, delgada, más fina, más joven en apariencia. Siento un enorme deseo de tocarlas, con el impulso de revivir algo. No sé bien qué. Y es así en Potosí. Me invaden deseos, ideas e imágenes que no sé de dónde vienen y si han existido antes o las he creado en mi cabeza, presa de tanta magia y de tanto aire antiguo que invita a inventar historias y a desear en lo más profundo del alma, haber vivido en Potosí hace 500 años.

Potosí, agosto, 2006

3 comments:

Cecilia Aguirre said...

Querida Cami,

Este texto tuyo nuevamente me llenó de, como dicen los brasileros, grandes "saudades". Encontrarme con hermosos recuerdos como los vividos en Potosí son la fórmula mágica para poder regresar en el tiempo. Y cuando termino ese viaje, no puedo evitar sentir esa típica mezcla de alegría y tristeza, de pasado y presente, de encuentro y desencuentro... En fin, tú mejor que nadie me entiendes. Hermoso texto nenita.

ERICK said...

Hola.. me llamo Erick, que buena descripción de esa ciudad tan enigmática. Por cierto, yo nací en el norte de Potosí, y hasta ahora la ciudad en sí sólo la conozco por cuentos y fotos, es grato saber que la idea que tengo de Potosi concuerda mucho con tu relato.

Escribes muy lindo

La gata que no esta triste y azul said...

En España aun existen sitios asi,incluso en mi propia ciudad, Madrid. Callecitas presas entre rascacielos, plazas recoletas, costanillas y calles con nombres que a mi me fascinan "Calle de Bordadores""Calle de las hileras", o una con un nombre precioso "Calle Angosta de los manzebos". Si pasas por ellas pronto, en domingo, cuando aun no hay turistas japones con camaras al hombro, o en temporada baja cuando hace frio y no hay trafico y es demasiado pronto para nada haya abierto aun, y tarde para que los bares de copas esten abiertos... entonces quizas te llegue algun aliento del pasado.