Hay una ciega alegría
un hambre de consumir
el aire que se respira,
la boca, el ojo, la mano;
estas pungentes cosquillas
de disfrutarnos enteros
en un solo golpe de risa...
(José Gorostiza)
... nosotros, los momentos breves y largos que nos desnudan un poco cada vez; esos instantes en los que quisiera sumergirme en un abismo. Olvidar un segundo quién soy, quiénes somos.
Dejarnos arrastrar por las aguas de un río caudaloso, sólo sintiendo la corriente, la fuerza de cada gota de agua, sin querer llegar a una orilla, con el interminable deseo de hundirme.
Todo esto me provocas, me despiertas, me sugieres, con tus manos que me tocan así como me tocan, cuando mi estómago deja de ser órgano y se hace vértigo para sólo sentirse firme con tu abrazo.
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