Camino estas calles
asombrada
de tu mano
Asombrada de este instante
de tus ojos profundos y
este encuentro
Me inunda el olor a yerba mojada
el amor con que preparas la comida
y mi café
Después de la siesta
camino por tu vientre
y en tus pasos sobre el mío
descubro
un bosque
una nueva montaña rusa de ilusiones
y un desliz imaginado
necesario
en esta esquina de una mamoria rota
de los besos jamás vertidos
de tu cuerpo cerrado todavía y el mío
indeciso
escurridizo
pretendiéndose ajeno
a lo que ya es nuestro
A un espacio voluntario
inconcluso
en el que nada se ha dicho
en el que todo se presiente
Y asesinamos las dudas
el miedo y los temblores
las raíces de cuanto pueda
ser pretérito imperfecto:
tentar los cuerpos
las voces y las lágrimas
sentir el corazón ardiendo
Y no olvidarnos de nada
para mañana continuar ilusionados
de vernos en cualquier tarde completa
o una noche suspendida de un trapecio de oro
No digo nada
Solamente espero.