2008/01/08

En tu ausencia

Desde tus balcones de Arcadia,
me escribes/describes:

Luna, dices.

Aire también,
tierra a veces.

Agua, todos los días.

Coincido. Así soy.

Tu autodefinición: frío, distante. Es mentira, lo sabemos.

A fuerza de esa autoimposición sadomasoquista, te mantienes en pie, parece que firme, o hecho al firme, parado en tu vana teoría “no sirvo para amar”. Sólo no te has dado cuenta, no es que no sabes. Hablas. Maldito don el tuyo.

Somos islas.

Vas por el camino al norte;
yo, empecinada, elijo el sur.

Tú,
insistiendo en el submundo.

Yo,
insistiendo en salir.

Sin embargo,
somos parte de lo mismo:

altas y bajas,
ansiedad eterna,
miedo absurdo.

Necesitamos escondernos:

tú de mí,
yo de ti.

En vano.

Me detengo en el jardín de esta noche y pienso en la liquidez de sentimientos de esta época, cuando las ficciones son más fuertes que la realidad y todo se esfuma y no hay ni tiempo de mirar adentro un ratito ni decir te amo, menos sentir "te amo".

Hoy no existen cercanías, ni medianas. Hoy, es “tócame, pero después te vas”.

Hoy es triste, falta corazón.

Prefieres el destierro donde nadie te ve y es mejor. Allá tú con lo tuyo.

Yo, prefiero esta comodidad entre papeles, resignada a lo mismo: los libros y los versos que hablan de ti, un par de seconales y dos whiskies. No está demás.