2007/08/30

R.I.P.



Mi corazón no tiene sangre,
se siente adormecido/
frío.

Una tumba,
yo dormida en ella.

El viento congela mi cuerpo,
no puedo seguir en el camino.

No de esta manera.

La piedra que ahora soy
recuerda tus ojos,
tus labios húmedos de ajenjo,
el calor de tus manos
derritiéndose en mi vientre,
tu voz áspera
haciendo música
en las comisuras de mis labios.

La noche,
huérfana de voces.

Yo,
vacía ya de sueños.

2007/08/26

Mensaje

Llega el viento.

Dice que
la muerte me busca.

Ella,
sopla demencias al oído,
he olido su peste.

Abre la boca
para besarme
y no se ausenta.

Intrusa,
se disfraza.

Es miedo
inamovible,
gris.

2007/08/21

Diurno

Lunes, 20 de agosto

No había experimentado nunca un insomnio durante el día. Siempre fue la noche, trayendo sentimientos extraños, desesperación, angustia. Las visitas de las musas “dark”, los puchos, los tragos. Infaltable la música y una lectura casi siempre depre de la realidad.

Este fin de semana, fue distinto. A pesar de intentar dormir, de pretender obligarme a entrar en un sueño profundo (y lo necesitaba a gritos), no lo logré y me abandoné al insomnio diurno.

El sábado empezó bastante bien, cuando ví el primer rayo de luz saliendo del Etno. Continuó con un hermoso paisaje de montañas y una excelente compañía, que, para ser bien sincera, fue el motor del resto del día, casi como si me hubiera tomado un par de anfetas.

Lo chistoso es que al contrario del insomnio nocturno, este fue divertido, movido, chistoso. Me sentía en otra frecuencia, ajena a la del resto. Pensé que no estaría lúcida, que no daría pie con bola, pero hasta escuché historias bastante duras de una amiga y pude dar consejos. Conseguí hilar unas cuantas páginas de un trabajo pendiente, cocinar, mantener una conversación coherente con mi familia y más tarde ir a la Feria del Libro, dar vueltas, escuchar una conferencia, elegir un par de libros, conversar con conocidos. Y como en la morenada, “sin llorar”.

Mi estudio se transformó en un laboratorio y empecé a jugar con mis poemas, algunos que tenía archivados por ahí. Me puse a leer algunas de mis últimas adquisiciones literarias, un par de poemas ajenos y escuché discos que tenía olvidados hacía mucho tiempo. Ninguno de los compañeros habituales de la noche, otras voces. Y descubrí, que las musas (al menos las mías) duermen de día. No me visitaron, se mantuvieron calladitas sin acotar ni una palabra acerca de ese estado, ni dictaron textos. Nada. Al contrario de lo que pensé que sucedería (frustración por no parir un texto, a pesar de mi insistencia), me invadió una alucinante sensación de libertad, de desapego con la escritura. Nada de nervios, nada de juicios. Sencillamente, una poderosa necesidad de escapar de las habituales cárceles de mi mente y liberar el miedo.

Viví el día en technicolor, sin ganas de conflicto, estacionada en mi corazón, sintiendo todo de otras maneras, abriendo mis sentidos e intentando comprender la maravilla de dar pasos arriesgados y salir de los esquemas.

Probablemente la noche acarrea mucho peso. Tal vez se trata de hasta una intención que una le pone. Las asociaciones pueden ser no siempre lógicas y puede pasar que la trampa sea esa: noche+insomnio=PROBLEMA. ¿Por qué día+insomnio=CERO PROBLEMAS? Tal vez porque el rey sol brilla, porque hay más aire, porque el cuerpo está sincronizado para funcionar a toda máquina entre las 5:30 y las 23:00. Entre esas horas, la gente va al gimnasio, medita; hace yoga, toma desayuno, va y viene, almuerza, trabaja y estudia, entre otras cosas. Depende de cada quien.

Concluyo que ambos insomnios son totalmente diferentes, a veces el nocturno puede ser más productivo que el otro en cuanto a mi escritura, pero el diurno es más exquisito en cuanto a la lectura de la realidad y a su comprensión.

Este insomnio de día terminó recién ayer por la noche. Empezó el viernes, se hizo manifiesto durante todo el sábado; alcanzó el clímax (comprensión absoluta y clarísima de los sucesos de la mañana, sin necesidad de miedo ni culpa); se prolongó a partir de una conversación inesperada que llegó a su fin a las 5am del domingo (se había iniciado a las 2 de la madrugada); se empezó a parecer al de noche a eso del mediodía, cuando me puse de pésimo humor y sentí la misma sensaci´øn que siento cuando no he dormido tres días seguidos: desesperación.

Por suerte, una chela hizo su efecto y volví a la apertura de mente del día anterior, disfruté de un almuerzo exquisito, festejé el cumpleaños de mi madre y continué en el cine, intentando descifrar los parlamentos de unos actores chilenos (terminé yéndome, obvio, sin entender un carajo de lo que acaba de ver y escuchar en la pantalla) y rematé en casa de Ingrid, viendo otra película, bastante interesante, a pesar de ser medio “Hollywood”. Tuve que concentrarme mucho, pues estaba en inglés y nuestro amigo no se había fijado que la copia no incluía la opción “subtítulos o versión en español”. De todas maneras creo no haberme perdido el argumento.

Ya a las 22:30, cuando era obligación irme a dormir, me empezaron a visitar las musas, los dedos ya picaban y conseguí escribir un par de textos. Finalmente, descansé. Hoy, mi biorritmo sugiere que mi capacidad física es de 11%; la intelectual del 14 y creo que la emocional del 4%. No me siento así. Veremos en qué termina este día y si termina… El día ha empezado recién hace unas horas y a estas alturas, no tengo idea de lo que vendrá más tarde. De todas maneras, me ubico un poco más en este terreno del no sueño, y ya puedo controlar mejor la situación.