2007/03/30

Y punto!



Es tarde. Acabas de salir y la puerta se cerró detrás tuyo. No sé ni qué quiero, ni a dónde voy a ir mañana. Sólo para que sepas, te dejo unas cuantas puntualizaciones:

1. Escucho a Johnny Cash, me invade una inevitable melancolía. Especialmente porque es viernes. La voz áspera se incrusta en mi cuerpo. Pienso en ti, en el adiós definitivo. ¿Será? No te creo. Y sobre todo, no me creo. La melancolía invade más y más profundo. Directo al centro del pecho, en un viaje ansioso para clavarse y desangrar lo que hace falta que se vierta/pierda, en medio de un mar, el más profundo.

2. Esta melancolía me traslada nuevamente a la noche, inevitable, al vino compartido a medias, a tu voz leyendo tus versos, los de la sequía, que de eso sólo llevan el título.

3. El beso inminente, aunque seamos viejos y sea apenitas, lo espero. Ya sin miedo.

4. La noche, el centro de todo, de nuestras charlas y los abrazos, te trae con más fuerza a este paisaje tan a medias...

5. Te quiero y es inevitable.

2007/03/22

CINCO

Te busqué
en los rincones de la ciudad.

Esperé por ti,
te saqué del cajón
y te convertí en mentira.

CUATRO

Esta piedra,
piedra gris
se yergue y se hace fuerte.

No me alcanza el cuerpo
para derribarla.

TRES

Dime: ¿cómo evito convertirme en estatua?

Cuéntame secretos,
invéntame historias
pero no te quedes en silencio.

DOS

Eres
densa niebla,
cálida luz.

Púrpura intenso.

No es casualidad esto que siento.

UNO

Estamos en otoño
y adentro como afuera
caen hojas.

2007/03/20

Y volver, volver, volver...

Vienen y van palabras, se quedan algunas muy cerca y otras viajan hasta donde deben quedarse. O perderse.

Las palabras, las voces más bien. Las que no dejan de hablarme aunque me resista e intente escapar. Siempre presentes, sin siquiera darme espacio, menos tiempo.

Por suerte invaden, desbordan, persiguen. Sin ellas, descubro cada día, que no hay nada. Las modelo, las re-creo, en medio del trance las deshago para traerlas nuevas y más vivas.

La soledad se siente menos, igual que el vacío cuando están cerca. Cuelgan del techo, bajan a mis papeles como arañas, balanceándose en hilos transparentes. Las atrapo, sutilmente, en el silencio habitual, en el silencio que exigen para detonar en mis tímpanos y finalmente estallar en un verso.