2007/12/18

Shhhhh... están leyendo

La noche estuvo incendiada de sonrisas. Los matices en los rostros de los espectadores/escuchas de la lectura del último lunes del año en el Etno (Willy y Pedro), eran variados. Sorpresa, gestos de apesadumbramiento, alguna nota de tristeza o melancolía... Eso me hizo pensar que cuando voy al Etno los lunes, me concentro exclusivamente en quien lee. Voy a aclarar, que esa concentración es exclusiva durante el tiempo de lectura, porque después ya es piedra libre y cada quien a lo suyo y a lo de todos.
Anoche me resultó divertido observar el entorno y tratar de imaginar qué es lo que están percibiendo o sintiendo los parroquianos que no son "habitués" de este tipo de reuniones.
Me concentré, y sólo porque me resultó inevitable, en un grupito de "jóvenes" inquietos, que durante toda la segunda parte de la lectura, y también mientras Aldo y Coque cantaban, no dejaron de mensajearse por los celulares, de recibir llamadas y encima charlar en susurros, que por lo menos a mí, me resulta más ruidoso que si hablaran en voz alta. Luego, una de las chicas del mismo grupo, recibió una llamada, se paró y empezó a caminar para salir del lugar a hablar (ha debido ser urgente la cosa, y admito que se portó decente), arrastrando los pies, calzados en zapatos de tacón alto, por ende generando un bullicio abominable.
No es mi afán criticar a nadie. Cada quien va donde quiere ir, el día que le da la gana, a compartir con sus amigos, como mejor le parezca, ¿o no? No vamos a ponernos a exigir demasiado, menos en un boliche pequeño como el "nuestro".
A pesar del ruido, logré captar la esencia de una lectura por demás intensa. Me gustó escuchar a Pedro leyendo a Don Jaime, y presiento que a él también le gustó, se llegó a sentir la intensidad. Ahora, si los chicos celularizados captaron algo, ya no sé.
Sólo trato de observar que nuestro público no es siempre el más educado del mundo. Y no pasa sólo en el Etno los lunes de lectura. Siempre sucede en el cine, en el teatro y hasta en la Sinfónica. Alguna vez comentamos esto mismo con Marta Monzón, coincidiendo en que la mayoría de las veces, se trata de "un público maleducado".
Imagino que a los actores, lectores, y también al repectivo público, les interesa hacer bien sus cosas: unos expresar su arte y los otros, envolverse en el momento que han elegido para dedicarse al arte, sin tener que sufrir por interrupciones abruptas que sacan de la concentración y también de las casillas a cualquiera.
Ya más tarde, justo cuando terminaron las expresiones artísticas, empezaron los brindis, con chela, brandy, los licorcitos, el Estido que tanto le gusta al Willy. Y entre medio de los tragos, la inevitable conversación, el calor de la amistad y el intercambio de un hermoso cariño que creo venimos construyendo hace cerca de un año.
Leyendo el post del Perro, me dieron ganas de escribir un poco acerca de lo mismo, pero con mis variaciones.
SALUD por los lunes, por el Pablo y la Yumi, Don Jorge, Doña Tere, Sebas, que nos tratan tan bien y nos hacen sentir en casa.

2007/12/11

Sin tiempo


El canto del gallo
rompe la noche.

¿Quiénes somos entonces?

No hay rostros.

Sólo la carne y los huesos,
la sangre
tu saliva en mi cuerpo
mi boca en tu cuello.

Nuestras manos,
reconociendo senderos.

No sabía quién eras.
No sabías quién era yo.

¿Quiénes somos ahora?

Habitantes comunes,
presos en el tiempo,
en los relojes de arena
del fin del mundo
donde la nada se anuncia,
y sólo permanecemos los dos,
quietos,
perfectos cómplices,
antiguos guerreros.

2007/11/16

El sur del mundo


Chile Chico. Patagonia chilena. Vientos que soplan a una velocidad impresionante, dejando en la piel la sensación de flagelo y vida. La sangre corre con más fuerza por mis venas, y a pesar del frío, siento calor.
El sol no deja de brillar, la noche se impone recién a las diez. El día puede resultar bastante largo, productivo o no, y en el fondo deja mucho que pensar y también, el inevitable agotamiento, que invita a dormir después de una buena copa de vino.
El insomnio no tiene cabida en ese contexto. El cuerpo aprende que la oscuridad en esta época del año y en la región austral, tiene vida corta. Por ende, hay muy poco tiempo para adentrarse en las invitaciones usuales de la noche paceña: tragos, amigos, conversaciones interminables y el inevitable roce con las musas hiperactivas.
La inspiración para escribir, visita durante otras horas. Esa, la mejor experiencia. Casi las siete de la noche, el cielo todavía celeste. Las voces empiezan a brotar entre los arbustos, dictando historias, complementando mi vocabulario con palabras que antes no podía decir, porque no las sentía: serenidad, inmensidad, paz, silencio, amor incondicional.
La enormidad del paisaje, la presencia imponente de las montañas nevadas de la cordillera, el lago brillando en matices de turquesa y dorado... Sólo queda la conciencia de lo pequeños que somos ante la naturaleza. Y a la vez, la comprensión de que sin la capacidad de interpretación que hace el hombre de cuanto lo rodea, no podríamos convivir en este maravilloso universo.
Esos pequeños instantes de abstracción, de comprensión del mundo sentada en una piedra a la orilla de un hermoso lago, me han permitido sentirme más viva que nunca, y aprender que el silencio es esencial para escuchar y lograr la comunión perfecta desde un nivel mucho más profundo que el simple análisis concreto de la realidad.
En Chile Chico lo único que pasa es el viento, y con él, se va todo. Pude haberme ido con él. Preferí guardar sus mensajes en el lugar más profundo de mi alma.

2007/10/18

Spleen o mi versión afrancesada del ch’aqui

En Francés, spleen representa el estado de tristeza pensativa o melancolía; fue popularizado por el poeta Charles-Pierre Baudelaire (1821-1867).

Similar a la tristeza, aunque este estado es más profundo. Se produce en capas del alma, por lo que deja de ser sólo un sentimiento o un trance psicológico.

Aparece después de noches de intoxicación, ya sea de drogas, sexo o alcohol. También tras la saturación que nace del bullicio ensordecedor del seseo de las voces que hablan en secreto.

Sucede en medio de una reflexión profunda e inmediata; se instala en la cabeza justo cuando te das cuenta de que te han secuestrado (despiertas en un sillón que no te es para nada familiar); o que tu hogar se ha convertido en “casa tomada” por mentes y cuerpos alcoholizados.

Ahí, el spleen punza, fuerte y sin piedad y llega hasta el pecho, te deja un segundo sin respirar y se acomoda entre las costillas para atormentarte días de días, mientras te hace recuerdo que por ahí eres una imbécil por andar bebiendo o fumando así. O te pones a pensar en que hubiera sido mejor si es que te hacías a la de la vista gorda y dejabas quieto el último ron que te tomaste.

Además, viene acompañado de otras cosas: extrañitis aguda, ganas de que te mimen. Necesidad de un abrazo interminable. Deseo profundo de hablar o ver a otra persona (pero te sientes tan mal, que mejor no). O, te llena de emocionalidades extrañas y melancolías que no conocías.

Te hunde en algún libro, o en una nueva botella, jale o porro. Te quiebra en mil pedazos y después cuesta muchísimo volver a construirte. Y hay que buscar los pedazos, como quien busca la ropa que quedó desparramada por ahí en tu casa.

Después de dos días y medio, absolutamente sórdidos, tu alma regresa a ocuparte, suavemente, luego de haber estado en algún paraje más sano que tu cuerpo.

A partir de entonces, todo recobra sentido. Te da hambre otra vez, de cosas sanas, de fruta; y sed de agua. Nace nuevamente la promesa de no chupar nunca más, te acomodas la moral (si es que se desacomodó) y sigues hasta la próxima vez que se te abre la tripa o que te secuestran “a tus espaldas”.

2007/10/04

Un poco de locura...

El Gato sonrió al ver a Alicia.

Parecía tener buen carácter, consideró Alicia; pero también tenía unas uñas muy largas y un gran número de dientes, de forma que pensó que convendría tratarlo con el debido respeto.

- Minino de Cheshire-, empezó algo tímidamente, pues no estaba del todo segura de que le fuera a gustar el cariñoso tratamiento; pero el Gato siguió sonriendo más y más.
-Vaya! Perece que le va gustando-, pensó Alicia, y continuó: -¿me podrías indicar, por favor, hacia dónde tengo que ir desde aquí?
- Eso depende de a dónde quieras llegar-, contestó el Gato.
- A mí no me importa demasiado a dónde…, empezó Alicia a explicar.
- En ese caso, da igual hacia dónde vayas-, interrumpió el Gato.
-…siempre que llegue a alguna parte-, terminó Alicia a modo de explicación.
- Oh! Siempre llegarás a alguna parte-, dijo el Gato, -si caminas lo bastante-.
A Alicia le pareció que esto era innegable, de forma que intentó preguntarle algo más: ¿qué clase de gente vive por esos parajes?.
- Por ahí-, contestó el Gato volviendo una pata hacia su derecha, -vive un sombrerero; y por allá-, continuó volviendo la otra pata, -vive una liebre de marzo. Visita al que te plazca. Ambos están igual de locos-.
- Pero es que a mí no me gusta estar entre locos-, observó Alicia.
- Eso sí que no lo puedes evitar-, repuso el Gato; -todos estamos locos por aquí. Yo estoy loco; tú también lo estás-.
- ¿Y cómo sabes tú si yo estoy loca?-, le preguntó Alicia.
- Has de estarlo a la fuerza-, le contestó el Gato; - de lo contrario, no habrías venido aquí-.

(Texto tomado de Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll)

2007/09/27

Mi "bestia" favorita



Una noche más, un día menos… Siempre recuerdo esta frase. La siento y la vivo. Y al hacerlo es inevitable pensar en Gonzalo.

Gonzalo Gómez. Treinta y pocos o muchos. Ya no me acuerdo. Abajo del escenario es uno, un hombre que labura; esposo y papá. Cocina también. Un locro de invierno (con maíz), delicioso. Los pollitos a la parrilla, ni qué decir.

Igual que otros mortales, se chupa la madre, caga de risa, conversa. Vive y siente. Digamos que su manera de sentir el mundo y de vivirlo y experimentarlo es lo que, ante mí, lo hace distinto.

Una capacidad suya: contar historias. La cualidad, una enorme capacidad de contención y soporte emocional (muy a su estilo concreto y al grano, sin medias tintas). Un amigo de verdad. Por lo menos para mí.

Un poco desmemoriado a veces: Can, dónde estás, hay grabación. Y él: mamita, no me dijiste. Y yo le había dicho, juro.

Su otra faceta: Gonzalo el músico. Esta es la que me apasiona y me deja boquiabierta cada vez que lo veo tocar esa guitarra suya, que siento tiene vida.

Al escenario sube el hombre y en dos segundos se transforma, tras el primer acorde. Él, delgado, con los pantalones ajustados, la remera ajustada, la bandana, los botines que se ven tan grandes como tractores… Es un personaje total. Los ojos le brillan, sonríe, gesticula, mueve la pierna derecha, juega con la guitarra. La sube y la baja. Recorre ese cuerpo de cuerdas con una habilidad incomparable. Y de rato en rato, toma el cigarrillo que acomoda entre las cuerdas y se envuelve en una bocanada de humo. Más misterio, más encanto.

Me había preguntado mil veces: ¿qué sentirá este hombre cuando toca? La respuesta llegó una noche en el Equinoccio. Después de mucho sentir, pude acercarme un poco a una respuesta posible. Vibra; de su corazón salen chispas. Es electricidad intensa. Se generan estallidos, como olas en un malecón. La electricidad se vuelve fuego y ya él y ella son uno, fundidos, y no sé quién entra en quién.

La guitarra cobra vida, susurra, gime, calla, ríe a carcajadas, se come cualquier silencio, cualquier ausencia, cualquier comentario del típico yuca que está charlando y no escucha nada.

Él, metido en su mundo, en los acordes y las notas, en las palabras que canta, en las historias que cuenta. Sólo pienso “es una bestia”. En el buen sentido, claro. De sus dedos sale luz, energía. Transmite un sentimiento de poder inmenso, y me dan ganas de gritar, porque me hace sentir tan viva.

No llego a comprender en qué momento deja de ser un hombre tocando una guitarra. Todo se fusiona y ya no distingo manos de dedos o cuerdas. En ese instante me absorbe una intensa vibración. No logro describir con palabras lo que es. Se me revuelve el corazón, se me anuda la garganta.

Termina de tocar haciendo siempre vibrar una cuerda, y mi día ha cambiado en algo. Él no sabe lo que puede provocar. No hemos hablado de eso todavía.

¿Qué se apodera de él, quién lo ocupa cuando toca?¿ Quién se adueña de su cuerpo?¿O es su corazón el que mueve todo ese sentimiento?¿Es pasión o entrega?¿Gusto por lo que hace o certeza?

Las respuestas están esperando por ahí, para la siguiente oportunidad de conversar con él, ojalá que al calor de varias chelas.

FOTO: Cortesía de Rodrigo Quiroga (Junior, Humito, The Ju...)

2007/09/20

Un día más

Lunes por la mañana:
la piel que recubre el mundo es más dura,
las sábanas pesan, no en vano.

Abro los ojos,
mi cuerpo se hace liviano,
retorno a la conciencia del mundo real,
de este micro universo
desde donde pronuncio tu nombre,
hoy un mantra.

Llueve,
y una nueva duda:

¿hasta cuándo?

2007/08/30

R.I.P.



Mi corazón no tiene sangre,
se siente adormecido/
frío.

Una tumba,
yo dormida en ella.

El viento congela mi cuerpo,
no puedo seguir en el camino.

No de esta manera.

La piedra que ahora soy
recuerda tus ojos,
tus labios húmedos de ajenjo,
el calor de tus manos
derritiéndose en mi vientre,
tu voz áspera
haciendo música
en las comisuras de mis labios.

La noche,
huérfana de voces.

Yo,
vacía ya de sueños.

2007/08/26

Mensaje

Llega el viento.

Dice que
la muerte me busca.

Ella,
sopla demencias al oído,
he olido su peste.

Abre la boca
para besarme
y no se ausenta.

Intrusa,
se disfraza.

Es miedo
inamovible,
gris.

2007/08/21

Diurno

Lunes, 20 de agosto

No había experimentado nunca un insomnio durante el día. Siempre fue la noche, trayendo sentimientos extraños, desesperación, angustia. Las visitas de las musas “dark”, los puchos, los tragos. Infaltable la música y una lectura casi siempre depre de la realidad.

Este fin de semana, fue distinto. A pesar de intentar dormir, de pretender obligarme a entrar en un sueño profundo (y lo necesitaba a gritos), no lo logré y me abandoné al insomnio diurno.

El sábado empezó bastante bien, cuando ví el primer rayo de luz saliendo del Etno. Continuó con un hermoso paisaje de montañas y una excelente compañía, que, para ser bien sincera, fue el motor del resto del día, casi como si me hubiera tomado un par de anfetas.

Lo chistoso es que al contrario del insomnio nocturno, este fue divertido, movido, chistoso. Me sentía en otra frecuencia, ajena a la del resto. Pensé que no estaría lúcida, que no daría pie con bola, pero hasta escuché historias bastante duras de una amiga y pude dar consejos. Conseguí hilar unas cuantas páginas de un trabajo pendiente, cocinar, mantener una conversación coherente con mi familia y más tarde ir a la Feria del Libro, dar vueltas, escuchar una conferencia, elegir un par de libros, conversar con conocidos. Y como en la morenada, “sin llorar”.

Mi estudio se transformó en un laboratorio y empecé a jugar con mis poemas, algunos que tenía archivados por ahí. Me puse a leer algunas de mis últimas adquisiciones literarias, un par de poemas ajenos y escuché discos que tenía olvidados hacía mucho tiempo. Ninguno de los compañeros habituales de la noche, otras voces. Y descubrí, que las musas (al menos las mías) duermen de día. No me visitaron, se mantuvieron calladitas sin acotar ni una palabra acerca de ese estado, ni dictaron textos. Nada. Al contrario de lo que pensé que sucedería (frustración por no parir un texto, a pesar de mi insistencia), me invadió una alucinante sensación de libertad, de desapego con la escritura. Nada de nervios, nada de juicios. Sencillamente, una poderosa necesidad de escapar de las habituales cárceles de mi mente y liberar el miedo.

Viví el día en technicolor, sin ganas de conflicto, estacionada en mi corazón, sintiendo todo de otras maneras, abriendo mis sentidos e intentando comprender la maravilla de dar pasos arriesgados y salir de los esquemas.

Probablemente la noche acarrea mucho peso. Tal vez se trata de hasta una intención que una le pone. Las asociaciones pueden ser no siempre lógicas y puede pasar que la trampa sea esa: noche+insomnio=PROBLEMA. ¿Por qué día+insomnio=CERO PROBLEMAS? Tal vez porque el rey sol brilla, porque hay más aire, porque el cuerpo está sincronizado para funcionar a toda máquina entre las 5:30 y las 23:00. Entre esas horas, la gente va al gimnasio, medita; hace yoga, toma desayuno, va y viene, almuerza, trabaja y estudia, entre otras cosas. Depende de cada quien.

Concluyo que ambos insomnios son totalmente diferentes, a veces el nocturno puede ser más productivo que el otro en cuanto a mi escritura, pero el diurno es más exquisito en cuanto a la lectura de la realidad y a su comprensión.

Este insomnio de día terminó recién ayer por la noche. Empezó el viernes, se hizo manifiesto durante todo el sábado; alcanzó el clímax (comprensión absoluta y clarísima de los sucesos de la mañana, sin necesidad de miedo ni culpa); se prolongó a partir de una conversación inesperada que llegó a su fin a las 5am del domingo (se había iniciado a las 2 de la madrugada); se empezó a parecer al de noche a eso del mediodía, cuando me puse de pésimo humor y sentí la misma sensaci´øn que siento cuando no he dormido tres días seguidos: desesperación.

Por suerte, una chela hizo su efecto y volví a la apertura de mente del día anterior, disfruté de un almuerzo exquisito, festejé el cumpleaños de mi madre y continué en el cine, intentando descifrar los parlamentos de unos actores chilenos (terminé yéndome, obvio, sin entender un carajo de lo que acaba de ver y escuchar en la pantalla) y rematé en casa de Ingrid, viendo otra película, bastante interesante, a pesar de ser medio “Hollywood”. Tuve que concentrarme mucho, pues estaba en inglés y nuestro amigo no se había fijado que la copia no incluía la opción “subtítulos o versión en español”. De todas maneras creo no haberme perdido el argumento.

Ya a las 22:30, cuando era obligación irme a dormir, me empezaron a visitar las musas, los dedos ya picaban y conseguí escribir un par de textos. Finalmente, descansé. Hoy, mi biorritmo sugiere que mi capacidad física es de 11%; la intelectual del 14 y creo que la emocional del 4%. No me siento así. Veremos en qué termina este día y si termina… El día ha empezado recién hace unas horas y a estas alturas, no tengo idea de lo que vendrá más tarde. De todas maneras, me ubico un poco más en este terreno del no sueño, y ya puedo controlar mejor la situación.

2007/07/24

25

El final ha llegado.

La luna se ha escondido
entre las nubes amarillas.

Un viento helado
congela mi sonrisa
y siento astillas en la garganta.

Dura lo que dura,
un instante.

Las lágrimas congelan
cualquier intento de paz
y un dragón inmenso
se lleva todo entre sus fauces.

Pasa la tormenta,
mi cuerpo en cenizas.

Dura lo que dura,
un instante.

El infierno puede ser
esta noche/
puede ser el infierno
tu voz.

Ya no regreses,
acá sólo hay un muerto.

22


Noche.
Noche.

Noche eterna.

Me sobreviene el día,
la luz ha devorado la última estrella.

Un hilo antiguo me suspende,
no sé dónde apoyar mis pies.

Mi mente ha empezado a confundirse:
realidad/
ficciones/
sueños a medias/
lexotán/
poesía/
tu voz/
tu nombre.

¿Eres todavía mi amuleto de carne y hueso?

2007/07/17

Zazen on Ching-t’ing Mountain (Li Po)



The birds have vanished down the sky.
Now the last cloud drains away.

We sit together, the mountain and me,
until only the mountain remains.

2007/06/25

SI, APOYO!



Me uno a la movida, porque creo que vale la pena y creo firmemente que es lo que necesitamos todos. Para más referencias, visitar: http://animaldeciudad.blogspot.com/

2007/06/19

INSOMNIO

La noche no deja de estar. En mis huesos, en la apariencia de mi piel y sobre todo en las ojeras, ya grises. El insomnio puede ser cómplice. A la vez, ese indeseable compañero de cuarto, con quien no queda más que convivir. Al igual que con los libros y los discos. En esta habitación se arma a diario un escenario distinto. A veces todo es tranquilo, suave, las horas pasan de manera agradable. Y otras, el tiempo se detiene en el reloj de pared, y el tic tac se hace insoportable, retumba en los nervios y me deja en el piso.
Imposibilidad de dormir. Imposibilidad de encontrar paz, de dejar la mente en calma y vaciar las angustias existenciales en el cajón. En medio de la necesidad de descansar y no poder, ahí visitan las musas. Es extraño, pues, la mayoría de las veces, las imagino como damas sutiles y livianas. Hoy no. Hoy, vienen vestidas de rockeras dark, de personajes góticos y se instalan en la sala, con sus interminables cigarrillos y sus voces ásperas. De ahí la necesidad de tomar la libretita de notas y escribir. Escribir toda la noche, dejar que las palabras se cuelen en mis dedos y en mis ojos. Dejarlas salir, gritarlas... Buen proceso, productivo, intenso.
Una noche más y no sé qué va a pasar. Tal vez deje de producir, tal vez ya no consiga mantener la coherencia. Puede que se acabe la botella nueva, puede que...

2007/06/01

En el borde

Voces de aves nocturnas
traen sus mensajes
desde lejos.

Mi cuerpo tiembla,
confundido.

Mi alma yace,
disociada,
en el espacio donde
la fe se ha retrasado.

Cuerpo y alma
buscan ser uno
con el otro cuerpo,
cadáver inerte
entre sábanas de sangre.

Ambos,
fantasmas
mentiras
sin nombre.

Quieren ser
hombre y mujer
sangre y barro,
huesos/
piel
amor inmenso,
amor eterno.

2007/05/29

Puerto Plata, escena dominicana 2

Hace calor y no ha dejado de llover. Lluvia que agradezco, pues da un matiz distinto a estos días de cielo siempre azul y 32 grados ardiendo en cada poro de mi piel. Siento mis huesos más livianos, y bendigo la humedad, la voz suave del mar y el inesperado encuentro con una abuela de 98 años.

Doña Elena, vivió siempre en esa casa. Está sentada en el patio delantero, vestida con una bata blanca. Su cabello rizado, corto y blanco; dos dientes en la boca, por ende los labios fruncidos que se estiran con su sonrisa y dejan ver una alegría inmensa a pesar de los años y los achaques, como ella dice.

Mientras estamos fumando, me cuenta que en el cerro del frente (que no se distingue por la neblina), se han estrellado varios aviones, justo porque en Puerto Plata llueve tanto y ese vapor que sale del suelo por el contacto con el calor de la tierra, llega al cielo y se junta con las nubes, instalando un velo inevitable de correr. Su yerno se salvó de morir ya hace muchos años, regresando de Cuba en ese mismísimo lugar, en frente de sus propios ojos.

-Fue obra de la Virgen de Altagracia, ¿sabe? Seguramente no era su tiempo de dejarnos. Yo creo mucho en el destino y ya usté sabe, fue por algo. Si no, estas niñas no estarían acá, señalando a las nietas, dos hermosas mulatas.

Cuida unas matas, trata de ocupar su tiempo en eso. Me cuenta de las pequeñas rosas que cultiva en ese pequeño jardín. Son miniaturas que parecen de porcelana.

Me pregunta por mi madre, por mi país, por el frío y Evo Morales. Le cuento. Me extiendo en mi madre y mi abuela, que se llaman como ella y también cultivan esas mismas rosas.

- La muerte viene pronto, mi niña -, me dice un poco triste, admitiendo que se siente cansada. -Aunque mi familia es de raza fuerte; mi abuela y mi madre se fueron después de los cien años. Y cien es mucho, coño. Todo lo que he visto, si yo le contara, usté tendría que quedarse a vivir conmigo para que alcancemos con las historias-.

Me quedo en silencio y traslado el recuerdo de mi abuela a las manos de esta anciana, cálidas, arrugadas, llenas de líneas e historias. Llenas de vida y de muerte.

2007/05/22

Santo Domingo, escena 1

En la piscina del hotel, una niña juega con otra y de pronto se acerca a preguntar mi nombre.

- Camila - , le digo sonriendo. -¿Y tú? -
- Perla -, dice, con ese acento caribeño y mostrando sus dientes, iguales a su nombre.
-¿Eres de España? -, pregunta casi esperando a que le diga que sí.
- No, vengo de Bolivia. ¿Y tú?
- Soy de Alma Rosa, sales del hotel y es hacia allá.

Perla sonríe y no deja de acercarse cada instante más y más, para jugar conmigo, para divertirse y divertirme a mí.

Y jugamos sin parar, la hago girar en el agua, y la siento volar, tomada de mi mano.

Me dice que tiene hambre. Empieza a buscar a su mamá, que no se ve por ningún lado. Y es entonces cuando me entero que la madre es prostituta, y está en el hotel con un cliente español, que llegó un día antes y las invitó a pasar el día.

Perla lo dice, seguramente sin entender sus propias palabras, pues su edad no se lo permite:

- Es con el hombre con el que debe estar en la habitación.

Y se aleja un momento de mi lado, para gritarme desde el otro extremo de la piscina, ya habiendo olvidado su discurso reciente:

- Camila, ven a jugar conmigo, el agua está rica, quiero dar más vueltas, más rápido…

Cuando salimos de la piscina, Perla desaparece de la mano de su prima Pignora, quien la estaba cuidando mientras su mamá trabajaba.

2007/05/11

Magia Caribe


La ausencia no fue voluntaria y sí fue voluntaria. Un viaje maravilloso a Centro América y mucho trabajo, me han alejado un poco este último mes (¿?). Ya ni sé.
Viajé al centro... Simbólico, creo. No había pensado en eso hasta que el avión despegó rumbo a Lima, y hasta que desperté en Santo Domingo, República Dominicana, un domingo que me cambió el aire y un poco también la cabeza.
Estar en un país de centro, justo con el mar al lado, calor, cielo azul, verde por donde miras, hace una diferencia en nuestra mente altiplánica, acostumbrada a las montañas, y más si vivimos en la ínclita.
La cultura caribeña absorbe, te devora y te hace parte suya en un instante. Cuando te das cuenta, estás bailando reggaetón casi como experta, intercalando el baile con varios rones, que no te hacen daño (o sea, ni chaqui). Y obvio, entre muchas sonrisas y generosos cuerpos de hombres y mujeres, similares a estatuas de ébano.
Es una aventura salir a la calle, caminar y conversar con la gente. Vas paseando por ahí y cada dos pasos te "chulean" (es decir, te piropean), pero en buena onda, con palabras tan bonitas..."Uepa! ¿Pa onde va la embajadora de mi corazón?"
El día, la noche... Es igual. Te diviertes igual y disfrutas estar viva. Y te das cuenta de la vida a cada minuto, cuando tu cuerpo late, entero, porque hace calor, porque escuchas merengue y te pican los pies por bailar. Porque te cuentan historias tan bonitas...
Y por otro lado, hay que conectar. Se habla español, pero a veces necesitas traductor. Por ejemplo, "vamo pal colmadón", quier decir vamos a la tienda a chupar. Otra: "nos encanta el bonche", o sea "la joda". O "nos gusta el coro", que es la fiesta. "¿Viste a esa joven montada en la jeepeta?" Diríamos: "¿viste a esa changa en esa vagoneta?" Si dices "veneno" es un corta venas; "comparón", que se fija en todo. Y otro orden sintáctico: ¿Dónde tú tás? ¿Qué tú dices? ¿Qué tú haces?
Ah! Y la "l" en vez de la "r": Camila, vamo pal bonche, veldá? Y en Santiago, otra ciudad, la "r" se transforma en "i". Entonces: "Qué lindo ese coloi veidecito manzana, veidá?"
Por supuesto hay que hacer un esfuerzo tenaz para captar algo de lo que van diciendo a una velocidad que marea. De todas maneras, no es posible ponerse seria, ni siquiera cuando te atacan las saudades por las tierras altiplánicas, el Illimani y tu marraqueta en el desayuno en vez de una cosa que se llama Mangú y que es el mejor remedio para la resaca. Obvio que probé, no por antojo, claro.
Y lo mejor, la música. Me enteré que la bachata es un ritmo de preferencia de las clases bajas, por su contenido, pues generalmente versa sobre temas de desamor, penas y desilusión. No es como la Bachata Rosa de Juan Luis Guerra. También está el merengue: clásico ( el que conocemos y habremos bailado más de una vez); el "de calle" ( toca temas callejeros, cito un estribillo: "sin gorrito no hay cumpleaños") y el ripiao, que es extraordinariamente rápido. Además, los dominicanos son tan románticos, que escuchan Dyango, José José, Arjona... Mientras vas por la calle, puedes escuchar distintos géneros sonando en los autos... reggaetón, salsa, merengue, cumbia, rock clásico en inglés, rock en español y algo de música electrónica...
Podría extenderme horas compartiendo las vivencias en ese país tan maravillosos, que tiene, obvimente serios contrastes con esa realidad en apaeriencia tan exquisita.
Por ahora dejo acá el tema, para continuar con otras entregas más adelante. Vuelvo al centro y espero encontrar nuevas historias.

2007/04/05

Fragmento de un encuentro amoroso

La Paz, martes 26 de diciembre.

Creo que son casi las cinco de la tarde. Ni frío ni calor. Las calles llenas de gente. De verdad parece fin de año.

Mientras espero a Sebastián en la esquina de la México, logro detener mis pensamientos un rato y observar a los transeúntes. Un señor de unos 70 años, arrastra a su nieto que llora porque quiere un dulce. El viejo no le explica que no tiene dinero. Sólo le da un jalón de orejas y le dice que deje de llorar y se apure. Una mujer joven, de unos 20, acompaña a su madre a paso ligero y con la sonrisa en la cara. Ambas se parecen, van vestidas en el mismo estilo y de la misma marca: RUS (Ropa Usada). Un par de mochileros, hombre y mujer, de unos 25, rubios, con la piel aceituna. Judíos, seguro. Lindos ambos, con esa frescura de quien viaja, del pasajero, ese de Iggy Pop. Tres potosinas vendiendo chicles; cinco niñitos pidiendo limosna, varios minibuses y los voceadores destrozando mis tímpanos: “Obrajes, Calacoto, Achuaaaani, Comleeeeeejo”….Es lo que entiendo, lo que se me queda, pues esos son los que a veces ocupo para ir a mi casa. Un par de conocidos, todo eso en menos de diez minutos y en una sola esquina.

Me pongo algo nerviosa. Busco el celular en mi bolsa y pues no hay más que llamar a este caballero que está dejando de serlo, pues ya me tiene plantada hace unos diez minutos.

_ Ya llego. Estoy en dos segundos.
_ Apúrate. Mira que después tengo que picar.

Y exactamente en cinco segundos, llega, con su cara de siempre, serio, distante y con el paso tranquilo, sin nervios de ninguna clase.

Después del saludo, me siento en las gradas de la Biblioteca Municipal, estoy mal. No sé si es el café de hace un rato, los cigarrillos o el viaje en trufi. Me pasa a veces, Siento que se me disuelve la boca, se hace amarga la saliva y me dan unas incontenibles ganas de vomitar. Él espera paciente y al final me invita a su casa, a descansar un rato. Así se me pasará, argumenta, casi con la voz de un doctor.

Sin pensar mucho, pues ya me falta el aire y necesito un Mareum que no compraré porque no hay farmacia y no pienso caminar más de dos pasos, accedo y camino exactamente los dos pasos a los que estoy dispuesta y ya por suerte estamos en el ascensor.

Entramos a una casa que no es la suya. Su hogar es un cuarto dentro de esa otra casa. Nada muy lujoso, pero dentro de su modestia, bastante cómodo. Me desplomo en la cama, con la cara pálida y temblando de frío, a pesar del calor.

Sebastián elige a Leonard Cohen para que nos acompañe. Yo casi sin alma, con el cuerpo pesado, escucho sus historias. Atenta, como siempre que me habla. Unos sorbos de agua, más aire y bueno, se va pasando el malestar.

Sus movimientos son algo bruscos, también nerviosos. Luego de Cohen, Tom Waits. Barthes en la cómoda, junto con Celine y varios títulos que ahora escapan a mi memoria. Podría decir que la imagen es un cliché. Al tratarse de él, no es así. Es la más pura expresión de quién es de verdad. Esa edición de “Fragmentos de un discurso amoroso”, se nota que es un sueño cumplido, el ejemplar está nuevo, parece que ni ojeado. Así son casi todos sus libros, inmaculados, perfectos. Su relación con la palabra, con los libros es lo más importante. Las mujeres y el amor son secundarios en su vida. No dejan de contar, pero jamás en el mismo nivel que la palabra.

Con ese conocimiento acerca de su persona, sus sentimientos y pensamientos, dejo que derribe mis muros con su abrazo, y le permito tocar mi mano. Después de tanto. No recuerdo cómo fue la última vez. Creo que con un par de tragos encima, y sin remordimientos. Hoy, a las seis de la tarde me come el miedo de envolverme en su piel, de dejarlo entrar a mi mundo para que después se vaya. ¿Y si no se va? Ya no sé si quiero que se quede, o si quiero que alguien se quede. Ignoro la razón. Pronto me ha ocupado un pánico terrible y una suerte de timidez se ha adueñado de mi cabeza. Ya nada me resulta fácil en temas de amor.

Estoy metida en medio de esos tormentos, y él hace mil movimientos para atraparme. Me toma con fuerza por la cintura, me abraza y no deja de besarme. Siento el cuerpo todo, vivo otra vez y el deseo se convierte en pungentes cosquillas. Sonrío, deshabitada ahora del miedo, inundada y bendecida por una pasión inmensa, incomparable. Mi cuerpo se ha derretido. El suyo también.

Anochece y no ha pasado nada. Después de varios acercamientos felinos, estamos cansados, con el deber de irnos. No pienso en nada sino en el momento exacto antes de decir que sí, cuando escuché a mi conciente voz diciendo un rotundo no quiero. Y no es por él, sino por mí. Nos lavamos la cara y las manos. Salimos y en la esquina el adiós es simple, casi distante, como cuando le dices hasta luego a un desconocido en el trufi.

2007/04/04

Mariposa en la red

Para quienes tengan ganas de leer buenas cosas, la revista de literatura La Mariposa Mundial, editada en Bolivia, por escritores bolivianos, jóvenes y locos (algunos no tanto), ya está ocupando un espacio en la "blog-esfera".
Di un paseo por el sitio y tiene notas del Director (Rodolfo Ortíz) y además recoge el sumario de los diferentes números publicados hasta la fecha. Como es obvio, no todo el contenido está disponible, pero sí fragmentos que vale la pena leer.
El link: http://mariposamundial.blogspot.com/

2007/03/30

Y punto!



Es tarde. Acabas de salir y la puerta se cerró detrás tuyo. No sé ni qué quiero, ni a dónde voy a ir mañana. Sólo para que sepas, te dejo unas cuantas puntualizaciones:

1. Escucho a Johnny Cash, me invade una inevitable melancolía. Especialmente porque es viernes. La voz áspera se incrusta en mi cuerpo. Pienso en ti, en el adiós definitivo. ¿Será? No te creo. Y sobre todo, no me creo. La melancolía invade más y más profundo. Directo al centro del pecho, en un viaje ansioso para clavarse y desangrar lo que hace falta que se vierta/pierda, en medio de un mar, el más profundo.

2. Esta melancolía me traslada nuevamente a la noche, inevitable, al vino compartido a medias, a tu voz leyendo tus versos, los de la sequía, que de eso sólo llevan el título.

3. El beso inminente, aunque seamos viejos y sea apenitas, lo espero. Ya sin miedo.

4. La noche, el centro de todo, de nuestras charlas y los abrazos, te trae con más fuerza a este paisaje tan a medias...

5. Te quiero y es inevitable.

2007/03/22

CINCO

Te busqué
en los rincones de la ciudad.

Esperé por ti,
te saqué del cajón
y te convertí en mentira.

CUATRO

Esta piedra,
piedra gris
se yergue y se hace fuerte.

No me alcanza el cuerpo
para derribarla.

TRES

Dime: ¿cómo evito convertirme en estatua?

Cuéntame secretos,
invéntame historias
pero no te quedes en silencio.

DOS

Eres
densa niebla,
cálida luz.

Púrpura intenso.

No es casualidad esto que siento.

UNO

Estamos en otoño
y adentro como afuera
caen hojas.

2007/03/20

Y volver, volver, volver...

Vienen y van palabras, se quedan algunas muy cerca y otras viajan hasta donde deben quedarse. O perderse.

Las palabras, las voces más bien. Las que no dejan de hablarme aunque me resista e intente escapar. Siempre presentes, sin siquiera darme espacio, menos tiempo.

Por suerte invaden, desbordan, persiguen. Sin ellas, descubro cada día, que no hay nada. Las modelo, las re-creo, en medio del trance las deshago para traerlas nuevas y más vivas.

La soledad se siente menos, igual que el vacío cuando están cerca. Cuelgan del techo, bajan a mis papeles como arañas, balanceándose en hilos transparentes. Las atrapo, sutilmente, en el silencio habitual, en el silencio que exigen para detonar en mis tímpanos y finalmente estallar en un verso.

2007/02/13

Un alto en el camino

Ando enredada entre pensamientos y emociones. Por ende me ausentaré un poco. Creo que las pausas vienen siempre bien y hoy necesito una más que nunca en mi vida.
Espero que el tiempo que me tome, me sirva para regresar con ideas nuevas y voces nuevas también. Gracias a todos por estar y visitar este espacio y por sus valiosos comentarios. Un abrazo y nos vemos pronto.

2007/01/31

Sueño de una noche de verano

No soñé con aviones, como dice la canción. Soñé con un cuarto grande, donde sólo había un colchón en el medio. El lugar estaba limpio, pero un poco oscuro.

En medio del colchón, estaba yo, embarazada y a punto de dar a luz. Sola. Ni un alma en la habitación, sólo mi bebé y yo. Las contracciones y yo, los dolores y yo.

Después de un rato y sin muchas complicaciones, nació la guagua. Ví la sangre, el cordón umbilical, grasa, líquidos, placenta. Traje a mi hijo al mundo, sin asistencia de nadie. Después de limpiarlo, pude distinguir un rostro de ángel, perfecto, con el pelito negro y un par de ojazos como los míos.

El bebé no dejaba de reír. Durante todo el sueño sentí su calor, su olor y la suavidad de su piel. La textura de su pelito en la cabeza todavía tibia. Todas esas sensaciones fueron muy fuertes y no quería despertar. Me empezó a ocupar una sensación de felicidad y plenitud y una suerte de orgullo por ser madre.

Todo, a pesar de que se mostrara extraño al principio, porque estaba sola, se hizo ligero, digamos que normal. Me gustó tanto estar con mi bebé, olerle la piel, tenerlo cerca.

Sonó el despertador y regresé a la realidad de mi cama y mi habitación. Ese día, pese a la rutina, llevé a ese hijo mío muy cerca de mi corazón y mis pensamientos. Lo espero con ansias. Sé que va a venir. Tengo fe.

Rocio

Sonríe,
conténtame el alma
ave fugaz.

Permanece en mí
rocío,
lluvia torrencial,
temblor de antes
corazón de nunca más.

2007/01/29

Asi me lo han matado...

Doña Alina llegó de Trini para tratar de resolver un problema: hace dos años, su hijo de 10 años, fue asesinado. Diecisiete balazos perforaron su cuerpo delgado e inocente, en medio de un campo. El chico estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado, presenciando los negocios ilícitos de algún hacendado del Oriente. De pronto se armó la balacera y no hubo manera de escapar.
Como le pasa a mucha gente, en nuestro país y seguro en otros, esta mujer tiene que seguir viviendo con la idea de que el asesino de su hijo está suelto. No existe ninguna instancia que pueda ayudarla a resolver el asunto. Ni abogados, ni jueces, ni nadie.
Y no se trata de un asunto como un papel del banco que no te firman, o una equivocación en una letra de tu nombre en tu CI. Se trata de la muerte de su hijo. Se trata del dolor que esa mujer va a acarrear el resto de sus días porque no hay justicia.
Como siempre que la policía está metida, y las leyes y los abogangsters (no todos lo son, obviamente, y me excuso si estoy juzgando) las cosas quedan colgadas en el aire, sin respuesta y con la lamentable frase a la que nos vamos acostumbrando los bolivianos cada día más: "así nomás había sido".
La pobre Alina, víctima de la desesperación, para que la escuchen, tuvo que exhumar ella misma el cadáver de su hijo, para demostrar que había recibido los 17 balazos, de los cuales, 2 fueron los que le dieron muerte.
Tal vez no acabe el vía crucis, tal vez nunca consiga justicia, y menos reposo para su alma. Mínimo, aunque no sea un alivio para una madre, saber que el asesino de tu hijo está preso, te puede dar cierta paz.
Después de contarme su historia, se va, caminado despacio. Se da media vuelta y se despide una vez más con un abrazo, una sonrisa y los ojos tristes.

2007/01/23

Mujer lobo

En este silencio,
noche de cementerio,
escucho el paso de las nubes
persiguiendo dragones.

La luna completa,
hermosa
cuenta sus historias.

Sola,
espero la mutación a fiera angustiada
no soy mujer, ni lobo.

Huele a sangre en el jardín,
no hay conejos, ni perros,
nadie.

No importa,
mi corazón busca un latido.

2007/01/15

Palermo

Mi propia voz
en el espacio de antes,
ese en que podía ser yo
(Alejandra).

Pálida excusa,
nunca suficiente.

Nada.

Anfetaminas y alcohol.

En medio de la ciudad grande
recorriendo Palermo
encuentro el espejo,
escucho la voz.

El tiempo se detiene
con el olor de las calles.

El tiempo se devuelve
al humo de la casa vieja
a la hermana perfecta
a las becas y los libros.

Olga paseando en el pasillo
yo, ardiendo en fiebre.

Mi corazón quemado
¿falta de fe?

Miedo atómico,
muerte.

No pasa la noche.

Primerita


Regreso después de un tiempo de silencio. Me tomé un descanso de todo. Pude darme el permiso necesario para vivir una cotidianidad sin presiones ni obligaciones, y también, sorpresivamente, revivir algunos recuerdos e historias viejas.

Recordar me ha ayudado mucho en los últimos días. Siempre quise olvidarme de cuanto recuerdo, vivo o muerto, ocupara mi memoria. De chica creía que olvidar era el remedio para el dolor y de alguna manera, con esa idea, fui dejando atrás muchas cosas, personas, momentos, olores y sabores presentes en mi niñez y adolescencia, especialmente.

En este “tiempo libre” y tras reflexionar mucho sobre lo anterior, decidí acercarme a mi pasado (vaya, ya tengo la edad suficiente para decir pasado).

Hacía mucho que tenía pendiente una “baja policía” en mi casa. Para quienes desconozcan esta expresión, aclaro que se trata de la “limpieza a fondo” famosa, sea de ropa, libros, revistas y papeles (que se acumulan en cantidades y en determinado momento, ignoras de dónde salieron tantos).

En el empeño de iniciar el año con la mayor libertad posible (libre de basura, de mugre acumulada y de pesos innecesarios, etc.), abrí mi baúl de cartas y fotos, y fui descubriendo un resto de vida, de mi vida, en cada sobre, en cada objeto que había guardado celosamente.

Me tomó un buen rato abrir el cajón, pues en cada intento sentía ansiedad y miedo. Nada de lo que estaba guardado era desconocido para mí, pero había dejado de pensar en todo aquello y ya no sabía ni cuándo o hace cuánto el objeto tal, la carta o las flores secas, habían terminado en aquel espacio a veces absolutamente ignorado.

Finalmente lo abrí. Qué maravilla encontrar el cepillo de pelo de mi abuela (en plata labrada, muy antiguo, acompañado de un espejo de mano, con monograma y todo), una caja antigua que en su momento contenía chocolates Tobler (no había visto algo igual, de cuero, con figuras exquisitas); mi rosario y libro de misa de cuando hice la Primera Comunión, un envase de inciensos de la India (original); las cartas de mi amigo Juan Carlos envueltas con una cinta azul; las fotos del colegio, agendas, cuadernos de notas y un ejemplar muy ajado de El Jardín del Profeta. Tarjetas de Navidad y de cumpleaños, recortes de periódico, y muchos objetos que pensé había dejado en el cesto de basura.

El proceso de confrontar el pasado fue muy sanador. Me hizo pensar en la necesidad de cerrar ciertas historias y dejarlas partir. Lo que se experimenta es una deliciosa sensación de libertad, de tener alas en los pies y viajar con el equipaje menos pesado. Darle a cada cosa un sitio, a cada persona un boleto de partida sin regreso cuando ya no sirve tenerlas atrapadas sin tiempo ni lugar, llega a ser gratificante y considero sano.

Ha sido bueno encontrar una cantidad de cartas y poder revivir tantas emociones y momentos bien vividos. Y reconocer también las voces de los amigos, el perfume de sus manos en el papel. Suena cursi, pero es absolutamente grato.

Lo más hermoso de todo fue el rencuentro con mi niña interior, el cual se produjo de inmediato al ver una fotografía en blanco y negro, yo gordita y feliz, bien abrazada de mi muñeco Petete, cuando en mi mundo lo más importante seguramente era descubrir algo nuevo cada día.

También ha sido bueno descansar física y mentalmente, comer sano, charlar con mi madre y mi hermana, sin preocuparme de la hora; salir con los amigos un miércoles y dormir feliz todito el jueves.

Ha sido un tiempo de curar el alma, de sanar un poco el amor y la soledad y celebrar los vacíos, pues de ellos nace mi inspiración.

Sigo brindando por un año productivo, en esta Bolivia productiva.

Salud!