2006/06/14

El amante


Cuando escuché por primera vez algo de "El amante", estaba iniciando un viaje personal, pero esa es otra historia.

Mi amiga Bernarda, había llegado de Santiago, de vacaciones. Y entre las muchas novedades que solía traer con ella, puso este nombre en mis oídos, con una breve reseña. Me dijo que se trataba de una mega película que había visto. "Es fuerte", comentó. Y entendí mejor el comentario cuando la vimos una tarde de esas, en las que no hay nada mejor que estar con una amiga, compartiendo su magia.

La primera imagen que recuerdo de la película, es la de una jovencita, no más de quince años. Llevaba un vestido muy delgado, color malva, un cinturón delgado de cuero, abrazando su cintura. Su rostro, enmarcado en dos trenzas y cubierto del sol con un gran sombrero. La niña tenía una expresión sobrecogedora en la cara, mezcla de madurez y una adolescencia tenaz. Unos labios rojos, carnosos y los ojos grandes.

Luego, recuerdo las diferentes escenas, teñidas siempre de un color antiguo. A la vez (el director fue muy hábil), éstas despertaban los sentidos: olores, sabores. Lo más fuerte de todo, fue descubrir que a medida que transcurría la historia, se me iban moviendo los sentimientos y cada imagen, cada palabra vertida por los personajes, me remitía inevitablemente a lugares míos antes dormidos, que fueron despertando y dando pie a nuevas formas de entender mi realidad y mi vida en ese momento.

El cuadro se completó, cuando fui a Santiago a visitar a Bernarda, y encontré, en una librería, muy escondido en un escaparate, un libro con el mismo título de la película. No dudé ni un segundo y lo compré.

Si la película me había dejado muy impresionada, el libro significó algo todavía más intenso.

Conocer a Marguerite Duras, la autora de la novela que fue llevada a la pantalla grande por Jean-Jacques Annaud, fue una clave importantísima en mi incursión más seria y profunda en la literatura.

Esta mujer, con una historia de vida por demás intensa, ha sabido plasmar en sus libros, parte de su propia vivencia, llegando a veces a lo autobiográfico, en un lenguaje profundo y, para mí, por demás rico.

"El amante" me viene acompañando hace muchos años, creo que diez han transcurrido desde ese día en que empecé a leer el primer párrafo del libro. Y no me canso de regresar a sus páginas y descubrir siempre algo distinto: nuevos códigos, nuevas historias encubiertas en las ya leídas.

Una trama desgarradora, pero optimista al fin. Llena de sentidos y sensaciones. Una mezcla de culturas: la europea y la asiática. Conceptos de vida, de amor y de muerte. Contradicciones, misterios y humanidad.

No digo más, porque sería quitarle el encanto a la historia, que vale la pena conocer. Recomiendo leer el libro primero, y si tienen la suerte de encontrar la película, pues es el complemento para el plato fuerte. Y luego, vale la pena ampliar la historia con "El amante de la China del Norte", una exquisita segunda parte, que aparece para que el lector pueda responder preguntas que quedan dando vueltas en la cabeza tras la lectura de la historia inicial.

De Marguerite Duras hay mucho por decir. Pero eso es parte de otra nota.

1 comment:

La gata que no esta triste y azul said...

Perdona, mejor ver primero la pelicula y despues leer los libros porque asi disfrutara de las dos.
Yo casi siempre que veo una pelicula basada en un libro que conozco me quedo con el libro.